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Instrumento Financiero

Hace no muchos años, en un país de cuyo nombre podría acordarme, tras acudir a su asesor financiero, Juan Nadie decidió invertir sus únicos 1.000 euros en la compra de un instrumento financiero denominado Star 9 mm Parabellum. Con él acudió a un banco con el fin de enseñárselo primero al cajero y luego al director de la sucursal, que, a cambio de su contemplación, debían ofrecerle un crédito de alto riesgo y alta rentabilidad reembolsable en plazo infinitamente diferido -o sea, nunca- por valor de un millón de euros. Como todo buen cliente, Juan Nadie fue despedido por el director con un apretón de manos mientras se llevaba su dinero en una bolsa de deportes.

El director bancario, henchido de satisfacción y habituado a llevar una doble contabilidad según el uso consagrado por la costumbre, comunicó a su compañía de seguros que le habían robado dos millones de euros, con lo que consiguió una rentabilidad del 100 % en la concesión del crédito de Juan Nadie, que a su vez había obtenido otra del 10.000 % con su nuevo instrumento financiero. Asombrado por la rentabilidad obtenida en esta nueva acción de emprendimiento, decidió crear una franquicia en la que los emprendedores recibirían los instrumentos de crédito Star 9 mm Parabellum y a cambio pagarían una comisión anual. Así el negocio creció, los emprendedores conseguían altísimas rentabilidades con sus créditos de devolución infinitamente diferida, los bancos engañaban a las compañías de seguros, que a su vez titulizaban, o sea, emitían acciones de deuda colateralizada, que se vendía en minúsculos paquetes a pequeños ahorradores y pensionistas de todo el mundo empaquetadas con otros instrumentos financieros en hedge funds. Gracias a ello la bolsa conoció años de esplendor.

Juan Nadie se dio cuenta de que su nuevo instrumento financiero tenía un punto de saturación o, lo que es lo mismo, que llegaría un momento en el que dejaría de funcionar. No porque hubiese cada vez más emprendedores, pues ello favorecía la creatividad del mercado bursátil, sino porque ese instrumento financiero era en realidad un instrumento asimétrico unilateralmente convertible. Para que lo comprenda el inversor medio, y luego no se lleve a engaño cegado por su ingenuidad y su avaricia, pondremos un sencillo ejemplo. Si en los mercados dos agentes económicos libres interactúan con dos instrumentos financieros Star 9 mm Parabellum, la convertibilidad del producto es de liquidez nula, pues la mutua contemplación de los dos productos entre dos clientes no se transforma en crédito de devolución infinitamente diferida, sino en la posibilidad de que lo que se anule sean los dos agentes financieros, siendo así su suma un cero.

Antes de alcanzar el punto de saturación del nuevo instrumento financiero, Juan Nadie decidió titularizarlo también, vendiéndose las acciones de su franquicia emprendedora en paquetes ocultos en los hedge funds que vendían los propios bancos a los que acudían a su vez los inversores de la empresa de Juan Nadie acompañados siempre de sus instrumentos financieros Star 9 mm Parabellum. Las acciones crecieron con la burbuja, y como cada vez subían más, Juan Nadie y sus socios fueron transformando en títulos todo el capital líquido de alta rentabilidad que tan amablemente le concedían cada día los directores de las sucursales bancarias, cuyos bancos emitían a su vez acciones basadas en sus balances falseados y prestaban cincuenta euros por cada euro propio, si es que les quedaba alguno y no lo habían invertido todo en acciones propias o de Juan Nadie S.A.

Como los bancos cada vez tenían más acciones y menos dinero decidieron convencer a jubilados, amas de casa y pequeños ahorradores de que cambiasen su dinero líquido por acciones preferentes de convertibilidad indefinidamente diferida, lo que fueron haciendo porque la mayor parte de ellos no disponían de los instrumentos financieros de Juan Nadie, que daban instantáneamente esas rentabilidades tan elevadas. Economistas, matemáticos financieros, premios nobel de economía, Gobiernos y autoridades monetarias mundiales aseguraron que este modelo financiero nunca se saturaría, hasta que un día un banco quebró y tras él otro y otro, y se descubrió que ya nadie tenía dinero líquido, ni siquiera Juan Nadie y asociados.

No pasó casi nada, porque los bancos eran tan importantes que fueron rescatados con el dinero de las nóminas de los pensionistas y ahorradores, que ahora tenían muchas acciones que no valían ya nada, porque nunca habían valido nada, porque los bancos tenían falsificados todos sus balances, como ocurrió el primer día en el que Juan Nadie utilizó su nuevo instrumento financiero. Juan Nadie su salvó, porque como tenía muchas acciones, había entrado en un consejo de administración y había sido indemnizado con una cifra millonaria. Disolvió su franquicia alegando saturación de convertibilidad líquida en el futuro inmediato y, como había convertido su dinero en francos suizos, ahora vive en Ginebra. En el salón de su mansión hay una vitrina que atesora un objeto con la siguiente inscripción: «Star 9 mm Parabellum».

José Carlos Bermejo Barrera

8/4/13 en La Voz de Galicia

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