La verdadera historia de Ben
Ben nació en Camerún, no sabemos casi ni cuándo ni dónde, como tantos niños africanos. Pero él tuvo suerte y con once años pudo encontrar un trabajo, una casa y una nueva madre que lo quiso y lo envió a la escuela.
Algunos días Ben veía cruzar los aviones que sobrevolaban su pueblo, los miraba fascinado: «¡Qué altos vuelan! Y qué lejos», pensaba. Procuraba mirar al cielo a la misma hora con la esperanza de ver la estela del reactor, siempre en la misma dirección: hacia el norte.
No todos los días pasaba el avión, muchas veces no acudía a la cita, pero Ben sí que salía cada día a mirar al horizonte y
esperaba y esperaba hasta que le dolía el cuello de tanto mirar al cielo. En esas ocasiones, cabizbajo, retornaba a sus tareas habituales, triste y malhumorado: «Ya habrá pasado», se decía. «Seguro que me he retrasado. Mañana volveré». Pero lo cierto es que el tiempo transcurría largo y pesado, únicamente lo reconfortaba la esperanza del próximo encuentro.
Así, cada día fue creando en su cabeza una ilusión, un sueño, un proyecto, una locura: si pudiera, haría aviones que volaran así de alto.
La Fundación Cum Laude quiere ayudar a que Ben cumpla su sueño.
La caridad no es una solución a la pobreza: solo la perpetúa despojando a las personas pobres de su iniciativa. Nos permite proseguir con nuestra propia vida sin tener que preocuparnos por la de las personas pobres. Solo sirve para aplacar nuestras conciencias.
– Muhammad Yunus –
Por que Ben cumpla su sueño, y como él, todos aquellos que con medios o sin ellos luchan en el día a día por lograr los suyos, encontrar su camino y seguirlo sin miedo al fracaso o al qué dirán.
Con cariño. Buen día.